sábado, 31 de mayo de 2008

Populismo

A partir de la división del trabajo, en la cual cada trabajador incrementa notablemente la productividad realizando un trabajo especializado, surge la necesidad del intercambio posterior, lo que da lugar al mercado.

Este proceso de intercambio se regula solo, ya que, cuando la oferta al mercado (por parte de los productores) excede a la demanda (por parte de los consumidores), tiende a bajar el precio, mientras que, cuando es la demanda la que predomina sobre la oferta, presiona el ascenso del precio de un producto particular. Luego de varios siglos de pruebas y experimentos económicos variados, se llega a la conclusión de que los mejores resultados se producen cuando se respeta este proceso siendo la participación estatal necesaria y beneficiosa mientras no exceda de ciertos límites.

Cuando se busca el poder a través del Estado, se trata de lograr la adhesión de las masas. Una de las formas frecuentemente empleada es la elevación artificial de los sueldos, y del consumo, que no va acompañado de la oferta respectiva, por lo que es un proceso que tiende a subir los precios perjudicando, a la larga, a quien, aparentemente, se pretendió beneficiar.

Otras veces se establecen impuestos casi confiscatorios a la producción, pasando a ser el Estado un “socio” del productor en cuanto a las ganancias, pero no en cuanto a las posibles pérdidas. Se busca mejorar la “distribución de la riqueza”, según se dice. Cuando los impuestos son excesivos, las posibles ganancias del productor se ven tan reducidas que no le conviene producir ni realizar inversiones. Esto lleva nuevamente a que la demanda exceda a la oferta y la suba de precios es la consecuencia.

Históricamente encontramos dos tendencias políticas que se basan en el poder absoluto del Estado y ellas son el fascismo y el comunismo. Estas tendencias buscan establecer economías cerradas al intercambio con otros países y surgen como reacciones a los excesos de la libertad económica o bien a situaciones opresivas que provienen del exterior. Incluso estas causas son generalmente exageradas, a través de la propaganda y la mentira, para legitimar el mencionado poder. Octavio Carranza escribe: “El populismo se ha mostrado invariablemente hostil al capital, nacional e internacional, cultivando dos mitos deletéreos, la teoría de la explotación capitalista y la teoría del complot de extranjeros confabulados para impedir el crecimiento del país” (De “Radiografía de los populismos argentinos” – Liber Liberat)

Enrique Krauze escribió: “El populista utiliza de modo discrecional los fondos públicos. No tiene paciencia con las sutilezas de la economía y las finanzas. El erario es el patrimonio privado que puede utilizar para enriquecerse y/o embarcarse en proyectos que considere importantes y gloriosos, sin tomar en cuenta los costos. El populista tiene un concepto mágico de la economía: para él, todo gasto es inversión. La ignorancia o incomprensión de los gobiernos populistas en materia económica se ha traducido en desastres descomunales de los que los países tardan decenios en recobrarse”. “El populista moviliza constantemente a los grupos sociales: apela, organiza, enardece a las masas. La plaza pública es un teatro donde aparece «Su majestad, el pueblo» para demostrar sus fuerzas y escuchar las invectivas contra los «malos» de dentro y fuera” (De “El decálogo del populismo”)

Uno de estos casos lo constituyó el dictador Juan Domingo Perón, la figura más influyente en la Argentina en los últimos 70 años. Mauricio Rojas escribe al respecto: “Las figuras clave responsables del golpe del 4 de junio de 1943 incluían al Coronel Perón y un grupo secreto de jóvenes oficiales que se conocerían con el acrónimo de GOU (según se presume, la sigla de Grupo de Oficiales Unidos). Se trataba de oficiales sumamente favorables al Eje, que simpatizaban no sólo con los esfuerzos bélicos de Alemania e Italia sino también con el modelo social que Hitler y Mussolini habían introducido en esos países”. “En el fascismo europeo Perón había encontrado la fórmula mágica que, según creía, podría transformar la Argentina en una nación poderosa, capaz de afirmar su independencia contra todo y todos” (De “Historia de la Crisis Argentina” – Editorial Distal)

Durante su gestión en la Secretaría de Trabajo, Perón fue conquistando el apoyo masivo de los obreros, quienes le permitirían ganar las elecciones presidenciales en 1946. La búsqueda de que la Argentina se aislara del exterior fue una de sus metas. Mauricio Rojas escribe:

“Éste sería el objetivo central de la política económica tan agresiva que Perón aplicó entre 1946 y 1948, con la intención tanto de preparar el país para un largo aislamiento como de consolidar su propio poder basado en el apoyo organizado de los trabajadores. Con esta mira, el desarrollo a largo plazo del sector exportador revestía poca importancia, ya que en un futuro no muy lejano simplemente no existirían muchos mercados a los cuales exportar” (Suponía que habría una guerra devastadora entre capitalismo y comunismo).

“En forma resumida, la política que introdujo Perón presentaba los siguientes lineamientos fundamentales: una radical redistribución de los ingresos, a favor de los trabajadores; un ataque igualmente radical a los recursos del sector agrícola; fuertes inversiones en el desarrollo industrial; una extensiva política de nacionalización; y, por último, un intento de construir una sociedad corporativista estatal de claras líneas fascistas”.

Alberto Allende Iriarte escribe: “La reforma de 1949, redactada bajo la inspiración de José Figuerola, un ex lugarteniente de José Antonio Primo de Rivera, introdujo lacerantes ofensas a la Constitución de 1853, destinadas a fortalecer al poder ejecutivo, recortar las facultades del Congreso, y produjo así mismo, la supresión de la economía capitalista y el sometimiento de los factores económicos a un Estado totalitario. Esta reforma, redactada por un autor extranjero de extracción falangista, fue sancionada por una convención que no funcionó como tal, ya que recibió la orden de Perón de aprobar el proyecto de reforma a libro cerrado” (Del prólogo de “Radiografía de los populismos argentinos” de Octavio Carranza – Liber Liberat)

El primer aspecto del gobierno de Perón fue fomentar el consumo interno, que aumentó considerablemente; pero que no fue acompañado por el aumento respectivo de la producción. También las exportaciones se redujeron considerablemente, aunque esto no preocupó demasiado al gobierno ya que buscaba un aislamiento económico cada vez mayor respecto de otros países. Durante el periodo que va de 1945 hasta 1952 se produjo una notable disminución del área cultivada tanto en trigo, como en granos y avena.

“El segundo componente de la política de Perón, el ataque o la expropiación masiva de los ingresos de las industrias de exportaciones, fue la viga maestra de la nueva estrategia del gobierno. De esta forma se financiaría gran parte de la redistribución de ingresos, así como la fuerte expansión del gasto público y la rápida industrialización” (Mauricio Rojas)

“El tercer componente que caracterizó a la administración de Perón fue la política preindustrial que, de la misma forma que la política agrícola, tendría consecuencias muy adversas para el desarrollo futuro de la Argentina. El desarrollo industrial bajo Perón fue guiado por una política que reducía los márgenes de ganancia como consecuencia de los fuertes aumentos salariales, pero que al mismo tiempo canalizaba abundantes recursos hacia la industria a través de créditos rápidos y baratos dados por el Banco Industrial”. “Es una suerte de ironía de la historia que ese gobierno nacionalista, que quería que la Argentina fuera más fuerte y más independiente del mundo exterior, en realidad la haya vuelto a la vez más débil y más dependiente del mundo exterior que lo que había sido en mucho tiempo”.

“El cuarto elemento de la política de Perón fue su intención de minimizar la influencia del capital extranjero en la Argentina”. “De esa manera el papel económico del Estado se expandió en forma considerable y así también se fundaron algunas de las empresas públicas más ineficientes que sea posible imaginar, con costos astronómicos tanto para el erario como para el pueblo argentino”.

“Por último, el gobierno de Perón se caracterizó por varios intentos de construir una sociedad corporativa estatal de rasgos fascistas. El control sobre los sindicatos, vital en esta cuestión, se llevó a cabo con una mezcla de recompensas y castigos que Perón había utilizado ya con tanta habilidad en ocasiones anteriores. Los líderes obstinados fueron relegados y perseguidos, mientras que los que supieron acomodarse fueron generosamente premiados” (De “Historia de la crisis argentina” – Editorial Distal)

Perón hizo un llamado a la guerra civil, que se sintetiza en la siguiente expresión: “A la violencia hemos de contestar con una violencia mayor. Aquél que en cualquier lugar intente alterar el orden puede ser muerto por cualquier argentino. Y cuando uno de los nuestros caiga, caerán cinco de ellos”.

Otro personaje histórico de gran influencia y veneración en la Argentina, es el Che Guevara, quien expresó: “El odio como factor de lucha: el odio intransigente al enemigo, que impulsamos más allá de las limitaciones naturales del ser humano y lo convierte en una efectiva, violenta, selectiva y fría máquina de matar. Nuestros soldados tienen que ser así: un pueblo sin odio no puede triunfar sobre un enemigo brutal. Hay que llevar la guerra hasta donde el enemigo la lleva: a su casa, a sus lugares de diversión; hacerla total”.

Con gran porcentaje de votos, la gente eligió la continuidad de los Kirchner, quienes parecen ser los herederos de Perón y del Che Guevara. Octavio Carranza escribe: “Así, pues, la Argentina pasó a ser administrada y dirigida por un grupo extremista proveniente o simpatizante de las huestes de la guerrilla vencida. En tal grupúsculo nació el síndrome del guerrillero derrotado, que explica tantas actitudes y decisiones del gobierno de Kirchner”. “En efecto, los puestos clave de la más alta conducción política pasaron a manos de trotsquistas, maoístas y de los demás terroristas que antes habían sido derrotados por las Fuerzas Armadas en la abortada guerra civil provocada por el populismo” (De “Radiografía de los populismos argentinos” – Liber Liberat)

Lamentablemente, en la Argentina de hoy predominan la mentira y las verdades parciales, que ocultan incluso la realidad histórica que, pareciera, estamos empecinados por volverla a vivir.